El mundo ha
perdido su gracia, estoy solo en un mar de gente y ruido que remite a una mudez
blanca.
Mis ojos no
ven a través de las membranas, se quedan, incapaces, con lo frívolo de una
realidad aburrida e insulsa. Transito los días envuelto en una manta ambiental
que me aísla de toda sensación, una pared en la que me apoyo para no sentir. He
noqueado mis sentidos, podrías entenderlo si escucharas mis silencios.
Duermo
despierto pero no sueño, es un lujo que no me puedo costear. En cambio
permanezco, medio apagado medio encendido, en un reposo nebuloso en el que no
caben 2.
Hubo un
tiempo en el que perseguía con fervor una felicidad idónea, anhelaba despertar
con ella, cantaba a la par de un dios estéreo y disfrutaba la belleza de
respirar.
Quisiera saber
por qué se quebró el cristal, cual fue el elemento que destruyó el prisma que
coloreaba el camino.
Ya ni
recuerdo su nombre, se desvanece la memoria que tanta fuerza hice para encerrar
en un corazón que no resistió la presión y se endureció, ahogando un espíritu
lagrimeante. No logro escuchar su voz, oler su aroma a luna ni sentir sus
caricias medicinales.
Las cosas
se desmoronaron, cambiaron de lugar. No te preocupes, he bloqueado el verbo y
fortalecido lo frágil.
Esperame,
teneme paciencia, me encontrarás cuando camine hacia la luz y pueda abrazarte,
sintiendo todo lo que alguna vez pude sentir.