El arena se abre ante nuestras señales y cubre
la piel de los pies, escondiendo las huellas de un pasado que queremos dejar
atrás.
Siempre libres, nos embarcamos en esta búsqueda
espiritual seguros de una sola cosa: cuesta ver el sol cuando la mochila es demasiado
pesada.
Dejamos de escondernos y decidimos salir a la
eternidad, abandonando las voces de ecos pasados para escuchar canciones nuevas
y discos sin editar.
Te miro y se nubla el alma: no existe ser más
adecuado para transitar este pasaje.
Algo cambio dentro mío, ya no soy el mismo.
Al caer en las profundidades me encontré con
la verdad y obscenidad de un mundo que gira igual, sin importar lo que nos
pase. Somos piolines en la oscuridad.
Vuelvo al presente y me doy cuenta que la
caminata no cesó, te sigo hasta en la inconsciencia.
Me invade tu olor a estrellas y me haces
sentir.
Tu mirada está fija en aquello que no ves, lo
desconocido alimenta tu esperanza.
Construiste y destruiste un hogar, no pudiste
controlar el impulso y el instinto animal terminó corrompiendo todo por lo que habías
luchado.
Te doy la mano y cierro los ojos, tus dedos
ahogan consigo toda duda posible: es mejor seguir tus pasos.
Aterrizo en mi vida y me veo navegando a la
deriva, codeándome con la soledad de amistades posadas y laberintos
existenciales que no supe ni quise recorrer. Resistí hasta que la voluntad cedió
y me deje ser, y fluí por un cielo de
soledad y pastillas de calma.
Pronuncias mi nombre y vuelvo al momento, el
tiempo nos persigue.
Te sorprendería conocer cuan abandonados
estamos en realidad, la nada nos rodea. Olvidadas quedaron las fantasías de la
niñez, el poder de la mente sucumbió ante una realidad televisada y la
industrialización de la raza.
El cielo parece líquido y me apretas fuerte;
la claridad te da temor y en silencio te apoyas en mi dolor.
Un inmenso resplandor pasa a través de mi
pecho cuando tu cuerpo roza el mío. Veo con claridad toda tu luz y me relajo,
nada nos va a pasar.
Acallo el dolor que vive dentro y te guío hacia
delante.
Hemos dejado atrás todas las cosas que no
necesitamos, aliviando la presión de la memoria.
Solo nos queda llegar.