15 de marzo de 2013

solo nos queda llegar

El arena se abre ante nuestras señales y cubre la piel de los pies, escondiendo las huellas de un pasado que queremos dejar atrás.
Siempre libres, nos embarcamos en esta búsqueda espiritual seguros de una sola cosa: cuesta ver el sol cuando la mochila es demasiado pesada.
Dejamos de escondernos y decidimos salir a la eternidad, abandonando las voces de ecos pasados para escuchar canciones nuevas y discos sin editar.
Te miro y se nubla el alma: no existe ser más adecuado para transitar este pasaje.
Algo cambio dentro mío, ya no soy el mismo.
Al caer en las profundidades me encontré con la verdad y obscenidad de un mundo que gira igual, sin importar lo que nos pase. Somos piolines en la oscuridad.
Vuelvo al presente y me doy cuenta que la caminata no cesó, te sigo hasta en la inconsciencia.
Me invade tu olor a estrellas y me haces sentir.
Tu mirada está fija en aquello que no ves, lo desconocido alimenta tu esperanza.
Construiste y destruiste un hogar, no pudiste controlar el impulso y el instinto animal terminó corrompiendo todo por lo que habías luchado.
Te doy la mano y cierro los ojos, tus dedos ahogan consigo toda duda posible: es mejor seguir tus pasos.
Aterrizo en mi vida y me veo navegando a la deriva, codeándome con la soledad de amistades posadas y laberintos existenciales que no supe ni quise recorrer. Resistí hasta que la voluntad cedió y me deje ser, y fluí por un  cielo de soledad y pastillas de calma.
Pronuncias mi nombre y vuelvo al momento, el tiempo nos persigue.
Te sorprendería conocer cuan abandonados estamos en realidad, la nada nos rodea. Olvidadas quedaron las fantasías de la niñez, el poder de la mente sucumbió ante una realidad televisada y la industrialización de la raza.
El cielo parece líquido y me apretas fuerte; la claridad te da temor y en silencio te apoyas en mi dolor.
Un inmenso resplandor pasa a través de mi pecho cuando tu cuerpo roza el mío. Veo con claridad toda tu luz y me relajo, nada nos va a pasar.
Acallo el dolor que vive dentro y te guío hacia delante.
Hemos dejado atrás todas las cosas que no necesitamos, aliviando la presión de la memoria.

Solo nos queda llegar.