30 de mayo de 2009

aprisionado

El cuarto era pequeño, oscuro y pesado.
El hombre, apesumbrado y misterioso, se encontraba sentado en unos de los diminutos rincones de la negra habitación.
De repente la puerta se abre y entra un hombre corpulento, vestido de blanco, con aire medicinal.
El individuo del rincón intenta incorporarse pero las prisioneras ataduras que sujetaban sus manos se lo impedían.
Sus raquíticas piernas flaqueaban a medida que despotricaba y maldecía, apoyándose en las acolchonadas paredes, impulsándose débilmente hacia arriba.
Finalmente logra pararse, y tambaleante enfrenta al hombre de inmaculada ropa, que suelta un poderoso puño y lo tumba, dejándolo una vez mas, en el suelo.
Lo sostiene y de su bolsillo saca una ínfima aguja que ingresa en el marcado brazo generando sensaciones relajantes a medida que el transparente liquido se vacía en sus venas.
Ahí, tirado en el suelo, el hombre se convierte a un estado laxo, olvidando la sangre que sale de su golpeada nariz, mirando, las confortables paredes que lo aprisionan..

bizarra vision

Despreocupado, en mi banco descansaba, observando mi alrededor con empañados ojos que dificultaban la visión global.
De repente, un hombre entra en escena, de aspecto bizarro, lo que atrajo mi calma atención.
Alto, gran espalda, piernas raquíticas.
Su andar era especial, casi arrastrándose se movía por el lugar.
Su mirada estaba desenfocada, perdida. Tenia expresión de dolor, soledad, angustia.
Yo lo vi desde mi cómodo asiento, girando mis ojos al ritmo de sus movimientos.
La ropa que portaba el misterioso individuo tenia aspecto sucia, añeja, descuidada, las polillas se habían llevado parte de ella, probablemente portándolos en sus amarronadas alas.
Caminaba sin rumbo aparente, hasta que, tan rápido como entro en mi visión, salió de ella, se fue, caminando a otro lado, mirando la nada, llenando de incertidumbre a todo aquel que lo viese.

semana provincial

Inexplicables sensaciones dejaron este viaje.
Despues de un recorrido cargado de acordes y vistas al paisaje, conozco y piso el suelo provincial.
Mucho verde, demasiado.
Las nubes cargan al cielo con un palido tono grisaceo que le dan un tono melancolico a la ciudad. Paseos, recorridos, fotos, visiones, olores y demas sensaciones llenaron mis dias en los que deje de ser porteño y me converti, un poquito, en provinciano.
Ademas de estas sensaciones y muchas mas, el recuerdo que impregna mi mente es la despedida. Los saludos, abrazos y besos, las palabras, las lagrimas, los alientos, las retenciones.
Duele dejar todo atras, el verde, el cariño, la nada que caracteriza a la provincia.
La vuelte tiene, inevitablemente, sabor amargo.