7 de febrero de 2010

deseo

Deseo fervorosamente encontrarte, sencillamente abrir mi ventana y descubrirte sentada en tus pensamientos, emanando gracia en mi verde jardín, al cual con tu tono empíreo elevás hasta donde lo bíblico es real, lo soñado cotidiano.
Fantaseo con tu materia, tus ojos besándome mientras tu amor me mira.
El rayo de sol te aclara, a medida que una grisácea ventisca revuelve tus cimientos, haciéndote mágicamente sonreir con la mirada.
Mi mente esta paseando por las imágenes, responde por básico instinto, pero no se halla, simplemente surca con tus llanos recuerdos.
Tonta, no razona y desprotege el pecho, su interior, su organo esencial, y comanda las órdenes que el cuerpo animal obedece imperiosamente.
Mi espíritu se impacienta a medida que las cerraduras de la ventana se abren como nudos desatados, naciendo una rendija de luz, un espacio claro, que crece apocado.
La mente carece de espera y mis manos abren raudamente en su totalidad la lumbrera.
El corazón se emociona, lo siento latir con agria esperanza, sonrie.
La vista se agudiza y se desvía, se confunde al no verte en el pasto, en la silla, en el aire que toco.
La mente no comprende y se corrompe en la resolucion, en el vacio.
Se pierde
El corazon ya no sonrie, emite pequeñas lagrimas, y en silencio, al no tenerte, se apaga.

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