El rock corre por mis venas, fluye como agua en el río, emanando por cada celula y poro la esencia de este estilo de vida, de trabajo y camino.
Hace años ya que probé el agridulce gusto de la tan deseada fama, hecho que cambió el rumbo de mis días, la actitud de mi ser.
Las estrellas giraban en torno a mí, y el cósmico escenario planteado con cada ocaso se había convertido en mi patio de juegos.
Ya no solo se trataba de la música, de los acordes perfectos o de las letras personales, todo pasó a convertirse en una sola palabra: más.
Más éxitos, más cambios, más horas despierto, más actos de presencia, más sexo, más deterioro, más menos.
La vida se convirtió en una fiesta eterna, un recorrido inmoral y solitario, repleto de espejos de colores y polvos mágicos que confunden hasta el mas incorruptible.
La gente vitorea mi nombre, canta mis canciones, paga sueldos para verme tocar, teniendo el alma popular en mí poder, ese inconciente colectivo del que tanto hablaron, en la palma de mi mano.
Siento el mundo a mis pies, las mujeres en mis brazos, el dinero en mis bolsillos y la soberbia en mi centro rebalsando el ego.
Sin embargo el camino no pasa de ser una ilusión verbal, un concepto traicionero y caníbal que roe todo pensamiento lineal y sentimiento verdadero.
La carne se llena de lujuria, las personas son efímeras, la mente se gasta y Dios se retira, mirando hacia algún agujero donde tenga jurisdicción y la razón sea.
Me siento macizo pero estresado, como una roca que se va agrietando y teme partirse.
A pesar de la cantidad de gente que tengo alrededor estoy solo; todos me quieren pero ninguno me conoce, siendo el desconocido mas renombrado.
El personaje supero al ser, la idea a la práctica, el icono al individuo, sepultando un alma cansada e intoxicada, hastiada del paisaje.
El oro cae desde el cielo y los relojes se detienen, las noches parecen no terminar nunca y me veo inmerso en una longeva danza carente de luz en la que la oscuridad cubre lo bajo y animal del ambiente, silenciado el exceso.
Despierto ocasionalmente, sombrío y dependiente, actor de una realidad acomodada y un glamour idílico y falso.
Floto inconciente con el pensamiento vegetal del todo y la nada, callando el ansia del yo y ensuciado lo puro.
La vida es una cortina de humo, una laxa bocanada de un tiempo tornasolado y caprichoso que en el momento menos esperado, se acaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario