5 de enero de 2011

extasis

Te encuentro levitando en la afirmación, apoyada de costado con la piel activada y una expresión variante entre las ganas y la valentía, mostrándote sin el menor temor.
Sin miedos ni esperas contemplo tus relieves y acaricio lo profundo, sintiendo lo animal de mi carne que aclama a gritos la inverbe necesidad zoológica que padece.
Te empujo al juego químico del anhelo somático.
El océano físico me recubre a medida que contengo la respiración y emprendo un viaje acuático maravillándome con cada descubrimiento que tu forma me regala.
No hay anillos en nuestros dedos ni visiones de un futuro universal, el presente es lo único que importa, lo único que nos viste.
Rebosante de seguridad comienzo a rozar el pensamiento visual cuando te lanzás en un baile frenético y tenso, hablándome en un lenguaje que solo lo básico reconoce.
La luz inunda el cuarto, convirtiéndote en un idóneo momento, una intérprete mensajera de un secreto deseo.
Sumidos en una longeva lucha carnal besamos lo inmoral sintiendo lo puro de la raza.
Eclipsando el pudor reencarnamos las ansias bíblicas, la primera génesis de una pasión silenciosa pero renombrada.
Poseídos por el rombo corporal nos unimos, convirtiéndonos en uno.
El amor pinta el espacio en el que se respira vapor y sonrisas.
No existe la verdad ni la mentira, solo el incondicional y entero calor físico.
Voy preparándome en el éxtasis, huyendo de la razón y enfocándome solamente en recorrerte.
El viaje traspasa las fronteras terrenales y comienzo a flotar sin pensar, relajado en el trance sensorial que azota mi religión, la sublime unión eléctrica del rítmico impulso narcótico que solamente la piel puede ejercer.

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