24 de noviembre de 2008

calle del silencio

Osados rayos de luz iluminan la calle, medio ancha, medio angosta que muestra casi toda su materia cuando es alumbrada.
Parece no prenderse a medida que transcurre la luz y llegan las sombras, día tras día, momento tras momento.
El asfalto es añejo, en sus extremos distraídos adoquines le brindan un toque gótico a la calle que permanece callada.
Frondosos arboles y pinos a sus costados forman alamedas de punta en punta a través de la longevidad de ella.
Se mueven con los fuertes vientos pero no emiten sonidos, el roce de las hojas es mudo.
Los pájaros no la sobrevuelan, tratan de evitar atravesarla.
Pocos la recorren, casi ninguno se anima pues la magia de la calle se refleja en la nada.
La nada absoluta, el eterno silencio hace que el temerario o tonto que la recorra pierda toda cordura.
Los tonos grises, los imponentes arboles que se mueven en silencio, la escasez de vida y el completo silencio hacen que las mentes se pierdan entre si y caoticen los calmos interiores…
No hay vida, no hay almas, no hay ruido.
La tranquilidad reina en esta calle, carente de vida, ajena al sonido, amiga de la locura…

23 de noviembre de 2008

Alma

Abre los ojos que parecen no querer desempañarse mientras desconcertada mira su alrededor, tratando de situarse, de aclarar su atmósfera.
Gira con sus entrecerrados ojos y no observa nada, todo negro, todo oscuro, toda nada.
No siente su respiración, no siente su pulso, no siente.
Va, lentamente, dándose cuenta de esto y se empieza a desesperar, pero mansamente, sigue laxa.
Sigue mirando sus cercanías con la tonta esperanza de ver algo que le haga saber que no esta sola.
Pero lo esta.
Ni un ruido, ni una luz, ni una vida.
No siente su corazón latir que parece haberse cansado de bombear tristemente sin recibir ningún impulso de seguir adelante.
Sus pulmones no se llenan, el cargado oxigeno de la ciudad que solían inspirar y espirar ya no esta, lo dejo.
Sus brazos y piernas no le responden, simplemente están, aunque no los percibe.
Los ojos suavemente se le cierran, sabe lo que se acerca, siente el no sentir.
Su alma la abandona.
De repente luz, un potente resplandor que le muestra el lugar.
Cambia su perspectiva, esta mas alto, mas arriba.
Flota, vuela despreocupadamente con una sonrisa en su cara, cosa que no sucedía hace demasiado ya.
Flota y se ve, lo que antiguamente era, su materia, su cuerpo.
Ve como yace y se va, flotando y volando.
Ya no esta sola, su alma, blanca y pura, la acompaña.

20 de noviembre de 2008

espera interminable

El otoño llego rápidamente, sin siquiera darle oportunidad al verano de despedirse.
Las hojas de los arboles ya están amarronadas y rasgadas por el tiempo y los vientos que las han arrancado de las ramas y las han depositado en los suelos, que las reciben con timidez.
El pueblo, como todos los otoños, se tiñe de gris, con sus cielos encapotados, los eternos silencios de la gente que lo habita y la poca luminocidad que se percibe.
A pesar de que hace años que no piso el pueblucho, las cosas siguen igual, estoy seguro.
Mi padre, en las épocas en que me consideraba un pueblerino mas, tenia el único almacén del lugar, y mi familia trabajaba en el, excepto yo.
Nunca me gusto ese sucio almacén, el aire era diferente, el polvo era eterno y el tono grisáceo era deprimente.
El ultimo verano que pase en el pueblo, fue, tal vez, el peor que he pasado y seguramente, pasaré.
El calor era prominente, pero el cielo, como siempre, nos daba a conocer sus interminables nubes que cubrían lo que seguramente era un cielo celeste como el agua.
Yo estaba en el campo de suarez, con el grupo de chicos con el que me juntaba por aquellos días.
Nos habíamos metido en los jardines del viejo suarez, como siempre hacíamos cuando el aburrimiento era completo, y, nuevamente, nos disponíamos a entrar en la casona, donde supuestamente habían muerto incontables personas –entre ellos su mujer-, o al menos eso decían las historias.
Era relativamente temprano, y estabamos decididos de una vez por todas a entrar en la casona que nos recibía con un aspecto descuidado, podrido y añejo.
Las ventanas estaban tapeadas con anchos tablones de madera, las tejas de los techos estaban rotas y llenas de manchones de humedad, y la entrada repleta de hojas, secas y amarronadas, que caían del famoso árbol, del que se supone la señora suarez se había colgado.
Los altos pastizales nos cubrían de vistazos ajenos, proporcionándonos poca visibilidad y psicológica seguridad.
Eramos 5, siempre éramos 5.
Estaban los hermanos mendez, el ruso, charli y yo, escondidos y tan agachados como pudiésemos entre los matorrales y pastizales de los jardines suarez.
Seguimos gateando por el pasto hasta llegar a la entrada de la casona.
Frenamos y nos miramos, esperando que alguno hablara y tomara la iniciativa, pero eso no paso, y por unos interminables segundos el silencio fue absoluto
Finalmente, tome el papel de líder, y con espontaneas señas indique el camino hacia la mohosa puerta de madera.
El ruso, como siempre, tenia cara de miedo y pegaba pequeños gritos ahogados cuando se escuchaba algún ruido proveniente de la casona.
Charli estaba a la delantera, seguido por mi, como siempre.
Con las espaldas encorbadas, caminamos hasta la puerta, y frenamos, tratando de escuchar o ver algo extraño desde el interior de la casa.
Entre las pequeñas rendijas que habia entre tablon y tablon en la ventana espiabamos con la esperanza de ver algo, pero recibiamos una completa oscuridad desde adentro.
Estaba anocheciendo y el grisaceo cielo nos proporcionaba poca luz por aquellas horas.
El ruso empezo a despotricar que ya era tarde y otras cosas que no entendi por la poca atencion que le preste, siempre era la misma historia y las mismas quejas, el miedoso del grupo.
Hasta que lo callamos se acabo la poca luz que habia, y de la mochila de charli sacamos 5 pequeñas linternas, con las cuales se suponia alumbrasemos nuestro camino.
Los mendez estaban callados como siempre, espectantes de los movimientos de charli y mios, que en esta ocasion estaban por descifrarse.
Finalmente nos miramos y asentimos levemente nuestras cabezas, era el momento de romper el tabu de la casona y entrar a ver que habia realmente ahi adentro, si es que habia algo.
Entre los 5 golpeamos la puerta, pero no lograbamos abrirla, estaba atrancada.
Seguimos por algunos segundos golpeando y pateando la roñosa puerta, hasta que finalmente, se abrio.
Una ventisca de aire humedo nos golpeo, dando sensacion de poca bienvenida.
No se veia nada, adentro habia una completa oscuridad y los leves rayos de luz que producian las linternas se perdian entre tanta negrura.
El ruso no queria entrar, pero entre charli y yo lo, basicamente, obligamos.
El olor a encierro era insoportable, pero con timidos y cortos pasos, entramos a la casona.
delante nuestro logramos ver un pequeño sillon, de un asiento, que se encontraba al lado de una de las tapeadas ventanas.
Entre las rendijas se escurrian pequeños rayitos de luz provenientes de afuera, la luna se hacia presente, y le daban cierta leve luz al sillon.
Seguimos caminando, los 5 juntos, mirando para todos lados ayudados de nuestras pequeñas linternas.
En uno de los extremos de la sala habia una gran escalera de madera, descuidada y medio podrida, como toda la casa, de la cual colgaba una antigua tela de araña.
La mayoria de los muebles estaban cubiertos con sabanas blancas, lo que daba aspecto de abandono de la casa… donde estaba el viejo suarez?
Pasamos por la sala hasta llegar a otra, una mas pequeña, que tenia una lampara y un gran espejo colgado de una de las paredes, nada mas.
El espejo tenia una capa de polvo, al igual que todo en la casa, y a pesar de que le pase la mano, el espejo no brindo reflejo alguno.
Seguimos caminando, despacio y espectantes, recorriendo la plata baja de la casa.
Cuando volviamos a recorrer la sala donde se encontraba la prominente escalera, note que la puerta estaba cerrada, y se los hice saber a loa chicos, que miraron de manera desesperada hacia la puerta.
De manera apresurada nos avalanzamos sobre la puerta, girando el picaporte de manera extrema, obteniendo ninguna respuesta, la puerta estaba atrancada.
Nos miramos los 5 tratando de buscar alguna explicacion, esperando que alguno dijera que la habia cerrado como broma, pero las palabras no llegaron y nos seguimos mirando hasta que escuchamos el sonido.
Sonido, musica, no se que escuchamos, pero lo escuchamos todos, de eso no hay duda.
No fue una voz, no fue un instrumento, fue algo.
Y ese algo, por algunos segundos que parecieron siglos, nos proporciono sensaciones y miedos inexplicables.
De repente, freno.
Nos miramos y ahi fue cuando el ruso exploto y empezo a los gritos, mientras pateaba la puerta y sollozaba.
Los mendez trataban de romper los tablones que cubrian la ventana mas cercana, sin conseguir nada alentador.
Charli nos callo repentinamente al oir un ruido que provenia de la sala continua.
Nos quedamos inmoviles por unos instantes y volvimos a oir un ruido en aquella sala.
Charli me agarro del brazo y yo llame a los restantes.
Rapido pero procurando no hacer ruido, nos dirigimos hacia la rotosa escalera, ibamos a subirla.
Uno a uno el ruso y los mendez subieron la escalera, seguidos por charli.
Yo me quede unos segundos al pie de la escalera, mirando como subian y echando rapidas miradas para la otra sala, tratando de ver algo.
De repente, otro ruido.
Los chicos me esperaban arriba, y dando grandes pasos, subo los escalones de 2 en 2.
Sin pensarlo, dirijo mi mirada hacia abajo, hacia el sillon levemente iluminado por la luna.
Y ahi fue cuando lo vi.
Un hombre, sentado.
Se que es un hombre a pesar de que lo que vi fueron sombras debido a la abrumadora oscuridad.
El hombre sigue sentado a medida que lo miro, agarrando de manera diabolica con sus manos los apoya brazos del sillon y respirando sonoramente.
Subi practicamente saltando la escalera y grite para advertir a los chicos.
Me los tope en el pasillo de la planta alta, estaban asustados, se los nota transpirados y preocupados.
Rapidamente nos dividimos con el fin de escondernos del hombre y buscar alguna ventana que nos librara de la casona.
Los mendez abrieron la primer puerta del pasillo, alumbramos rapidamente con las linternas, y ellos ingresaron.
El ruso temblabla y me agarraba el brazo buscando consuelo, un consuelo que lamentablemente no le pude dar.
Charli abre la segunda puerta que vemos en el pasillo y entramos los 3 al cuarto sin siquiera ver en donde nos estamos metiendo.
Alumbramos rapidamente con las linternas y buscamos ventanas, puertas algo que nos depare a otro lugar.
Charli por primera vez se quiebra y empieza a murmurar algo que no pude escuchar, al ver que no hay ventana, no hay puerta, no hay nada.
Alumbro el cuarto para ver claramente que hay en el.
Veo una cama, con sabanas que alguna vez fueron blancas, pero el tiempo y la humedad las han puesto amarillentas.
Al lado hay una comoda de madera, diversas chucherias y adornos encima de ella y un libro.
Todo cubierto por una gruesa capa de polvo, excepto el libro.
Me acerco hacia la comoda para ver de cerca el libro, que me despierta una curiosidad inimaginable.
Estoy cerca, lo estoy por agarrar cuando escuchamos un ruido en el pasillo.
El ruso da un grito ahogado y los agarro a el y a charli.
Trato de calmar al ruso, trato callarlo pero sus llantos son sonoros.
Miro para todos lados, y veo en el otro extremo del cuarto una puerta, deberia ser un armario.
Los levanto rapidamente y los llevo hasta ahi.
Abro la puerta, alumbro con la linterna y me encuentro con un perchero, repleto de ropa vieja y comida por polillas, el olor a humedad es nauseabundo pero los meto a los 2 en el armario y les digo que se mantengan callados.
Les digo que esten tranquilos, que nada va a pasar y se escucha un ruido en el cuarto de al lado, donde estaban los mendez.
Pancho, el menor grita y se escucha un doloroso gemido de juan, el mayor.
Pude escuchar como se desgarraba el pecho de juan, lo debe haber apuñalado.
Pancho grita pidiendo socorro y vuelvo a escuchar el puñal enterrarse, ahora, en el pecho de pancho.
Me desespero y charli me mira fijamente.
Siento su miedo.
Un miedo que tenia gusto a despedida.
Cierro la puerta del armario y miro mi alrededor.
Escucho pasos en el pasillo, pasos que se acercan, pasos finales.
Me tiro abajo de la cama justo antes de que se abriera la puerta.
Pongo mi mano en mi boca para que no se escuche mi respiracion y veo borrosos pies que pasan a traves del cuarto.
Se dirigen al armario, se dirigen a los chicos.
De repente escucho un sollozo del ruso y los pasos se precipitan hacia el armario.
No lo puedo soportar y salgo de abajo de la cama, sonoramente grito tratando de que el hombre se acerque a mi, le grito al hombre y les grito a los chicos.
La sombra voltea y me mira, su respiracion se escucha desde el otro lado del cuarto.
La puerta del armario se abre y charli sale rapidamente, esquivando la sombra, el hombre.
Me alcanza hasta la puerta del cuarto cuando vemos un cuchillo.
Le gritamos al ruso que cierra la puerta del armario y empieza a gritar a medida q el hombre la abre.
Agarro a charli y nos vamos, ya nada importa, hay que escapar.
Bajamos las escaleras corriendo y comenzamos a patear la puerta.
La puerta no se abre, la puerta esta atrancada.
Escuchamos un grito del ruso y de repente silencio.
Charli llora y vamos hacia las otras salas, buscando algun lugar, algo, por donde escapar.
Pasamos corriendo y ahi esta el espejo, que nos devuelve ahora si un reflejo.
Miramos la espejo y vemos la sombra, el hombre.
Volteo para mirar a charli y me encuentro con que no hay nada, no hay nadie.
Miro para todos lados y no lo veo, donde esta?
Escucho gritos desde arriba, alguno debe estar vivo.
Ya nada importa, y me dirijo hacia arriba, donde seguramente estara el hombre matando o tratando de matar a alguno de los chicos.
En el primer cuarto me encuentro los cuerpos de los mendez, completamente abiertos en el pecho.
Ya ni pulso tengo, y se nota en la luz que despide mi linterna.
Corriendo voy al otro cuarto donde encuentro el cuerpo de charli tendido sobre la cama, sobre las sabanas amarillentas.
Voy hacia el armario y veo al ruso, ensangrentado y con expresion de dolor en lo que una vez fue su cara.
Volteo y no veo a nadie, la desesperacion es inmensa.
Miro para todos lados y ahi esta.
El libro.
Era extraño que el libro no tuviera polvo, y me apresuro para agarrarlo.
Lo agarro y salgo del cuarto, apresurado, tontamente esperanzado de encontrar alguna salida.
Vuelvo a escuchar ruidos en la planta de abajo y me escondo atras de una comoda, podrida y añeja como todo en la casa.
Con la linterna alumbro el libro, y veo en la tapa de cuero azul un titulo.
Con letras doradas y claras leo: "siguientes".
Abro rapidamente y las paginas estan en blanco, las paso de manera rapida mientras escucho ruidos a mi alrededor, pasos, respiracion, sonidos.
Todas las paginas estan en blanco excepto la ultima, en la que veo una fotografia.
En la fotografia estabamos parados y abrazados, nosotros 5.
De repente mi linterna se apaga y siento que me apretan el corazon.
No puedo respirar y siento como la vida abandona mi cuerpo.
De repente me miro.
Miro mi cuerpo yacer detras de la añeja comoda, con la linterna en una mano y el libro abierto en la ultima pagina.
Miro mi alrededor y sigo encontrando nada mas que oscuridad.
Ya no hay ruidos ya no hay nada.
Trato de abrir la puerta pero sigue cerrada, atrancada.
Las ventanas no pueden ser abiertas y los tablones estan aferrados a ellas.
Recorro las salas buscando una respuesta, y con cada paso que doy me doy cuenta de que no voy a salir de la casona.
Volteo y veo 5 sombras, el hombre, los mendez, el ruso y charli.
Trato de acercarme y salen por la puerta de entrada.
Grito y los llamo pero no obtengo respuesta.
Me desplomo al lado de mi cuerpo, y saco de lo que era mi mano, el libro.
Los años han pasado ya, y yo permanezco en la casona.
Siempre odie el pueblucho, en la casa ahora me siento mas comodo, nadie me moleta, nadie me interrumpe.
Y aunque a veces extraño a mi familia, a los chicos, me siento bien al ver el libro, al ver la fotografia que ahora, me muestra nuevos rostros de 3 jovenes, que en algun tiempo, conocere.

eterna madrugada

El inmaculado silencio me hace saber que ya es tarde, dejadas atrás se quedaron las horas razonables y siento por un momento que soy el único despierto en toda la cuadra.
Afino los oídos y me acerco al lado de la ventana, tratando de percibir algo ajeno a la casa, algo que me haga saber que no estoy solo.
Escucho atento, pero el sonido de mi pulso y suaves respiraciones hacen que comprenda la soledad del lugar.
Hace días que no estaba todo tan callado, tan apagado.
Me siento en la oscuridad mirando la eterna negrura esperando algo, una luz, un ruido, algo.
De repente, pasos.
Hacia mucho que no los escuchaba, esos característicos pasos subliminales que me hacen dudar de mi cordura, de mi estado de somnoliencia.
Tal y como todos los martes los sonidos de la casa se hacen presentes.
Me siento con una mueca en la cara, tratando de simular que me divierten estos ruidos, pensando burdamente el hacerle entender a la casa que no le temo.
Sigo tomando del transparente vaso ese liquido con olor etílico que encontré en la gaveta de la añeja biblioteca, a medida que el silencio se rompe con los picaportes girando, las tejas del techo emitiendo un sonido crujiante, las puertas cerrándose.
Todo lo habitual que sigue corrompiendo mi interior, aunque trate de mostrar lo contrario.
La eterna madrugada parece no querer irse y oculta a una blanca luna que no desea ser vista.
Los ruidos se acercan…
Las puertas de los placards se abren lentamente, chirriando y llenándome de incertidumbre.
Todos sigue apagado en el cuarto, la negrura es absoluta.
Me siento en la cama con pulso titubeante y sigo con mi falsa sonrisa suponiendo que tarde o temprano mi plan de juego va a vencer al temor de la casa.
Los pasos en el techo se asientan y aclaran, puedo sentir las tejas moviéndose entre ellas mismas, desprendiendo su anaranjado matiz al rozarse.
La ventana, cubierta por gruesas cortinas, empieza a develar el secreto que guarda a medida que las pesadas persianas de acero se abren, permitiendo que una tenue brisa golpee los finos vidrios que reciben casi con cautela el impacto del viento.
Mi sonrisa se dispersa al sentir golpecitos en el vidrio, esta vez es diferente, el juego es no es el mismo.
Me apoyo contra la pared, cubierto de azulados acolchados observando el cuarto, entrecerrando los ojos con el fin de focalizar algo…
De repente la manija de la ventana gira en si misma y esta se abre furtivamente dejando entrar un aire con olor a muerte, de tono grisáceo, un aire pesado.
La puerta se cierra y la ventana la sigue, la casa me encierra.
Mi respiración se acelera y la casa percibe mi miedo, lo disfruta.
El aire parece inundar el cuarto y se hace inevitable no aspirarlo.
A medida que mis pulmones lo almacenan mis ojos empiezan a cerrarse, me da sueño, un ultimo sueño al cual no deseo caer.
Poco a poco dejo de sentir.
Finalmente mi cuerpo yace, apagado, duro.
Miro completamente extasiado mi alrededor con la tonta esperanza de que la casa termine con su juego, pero el aire no se va.
Siento como el corazón deja de latir y me doy cuenta..
La casa solo quiere jugar
Yo simplemente, no le supe ganar.