3 de septiembre de 2009

adicto al té

Los anfitriones estrenaban la imponente casa (envidia de todas sus amistades) organizando un encuentro. Era una reunion pequeña en un cuarto angosto, el más cercano al jardin, azulada y chiquita la habitacion contaba con una sola mesa de roble y sillas, donde estaba apoyada la tetera de porcelana, se bebía té a la noche. A lo lejos, en los jardines un pájaro tironeaba el pelo a las juguetonas niñas y hundía el peleador pico en las tazas hasta vaciarlas, parecía adicto.
Los adultos observaban pero permanecían en el festejo, envueltos en sus charlas y te´s.
Ellos no se ocupaban de él y poco a poco, loas niñas desaparecían, el pájaro se las llevaba a la oscuridad del bosque.
Los adultos cantaban y reían, desconocían el estado de las pequeñas que seguían desapareciendo, partiendo volando por los aires sujetadas por el perverso pájaro.
Entonces cobró más ánimo y repleto de júbilo y satisfacción, voló majestuosamente hasta el ventana del cuarto del festejo y se apoyó en la ventana, abriendo sus monumentales alas, reclamando atención.
Los adultos lo miraron, intrigados.
De una de las garras del pájaro colgaba una taza, que dejó apoyada en el marco a medida que se alejaba como un planeador con una sonrisa en la cara.
El dueño de casa, recién ahí se percató del silencio del jardín, las niñas ya no estaban.
Se acercó a la ventana y sostuvo la taza que rápidamente soltó a medida que salía corriendo hacia los jardines-
En el fondo de la taza descansaba un ojo, celeste grisáceo, de su hija mas pequeña.

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