9 de noviembre de 2011

nada es suficiente

La sociedad quiere más, siempre quiere más. Nunca se conforma, nada es suficiente y lo manifiestan en todos los ámbitos posibles. Hay un mórbido sentimiento carente de límites que impregna la vida misma a la que nos hemos acostumbrado, velocidades meteóricas, presiones monumentales y una frialdad abrumadora. La televisión no está exenta de estas reglas, juega con ellas, se galardona cuando gana y se patea a los perdedores sin darles tiempo siquiera de levantarse del golpe que los tumbó.
Ya no se trata de la calidad del espectáculo, de los valores que enseña, de las moralejas, las grandes actuaciones o el desarrollo artístico. Los elogios se reservan para aquellos que, con suficiente viveza, se amolden a este medio caníbal y saquen de la galera un producto vendible, consumible por el inconsciente colectivo que maneja el control remoto.
Muchos minimizan el vértigo con el que se vive la televisión, argumentan que la sociedad cambió y que hay que darle lo que esta quiere y demanda, pero ¿No son los medios responsables de lo que la gente consume? ¿No son aquellos personajes que aparecen maquillados, esbeltos y bien vestidos los ejemplos a los que las masas siguen?
El medio sirve la mesa, coloca la vajilla, prepara los platos y la sociedad se sienta a comer. Obviamente, ésta es la que elige que vino va a beber y con que va a degustar su paladar mediático, pero dudo que alguien sea tan nublado de poder afirmar con seguridad que el jefe de la cocina no le hace recomendaciones y no coloca más cerca de su lugar la preparación que más desea ver consumir.
No importa que barra hay que trasgredir, que valores deben ser pisados. Los puntos que miden la audiencia gobiernan la T.V y así se organiza, y solo teniendo en cuenta esto nos ofrece su menú.
Las consecuencias no importan, las advertencias molestan y el que no se adapta sufre la indiferencia que genera una pantalla negra.
Marco Denevi supo hacer una reflexión del mundo del espectáculo y lo representó con su maravilloso cuento “El público siempre pide más”, espero que las cosas cambien a tiempo y más de uno se salve de terminar cargando un muerto en su brillosa y medible espalda.

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