Contemplo las estrechas paredes que me rodean y funden al oscuro ambiente en el que me veo inmerso desde hace mucho relojes rotos y caducados.
Me encuentro en uno de los vencidos rincones, volando mentalmente, imaginando sentir.
La caja que me resguarda, a pesar de ser de concreto parece más frágil que nunca, y ya casi es parte de mi anatomía.
Los barrotes son como mis huesos, sólidos pero oxidados, habiendo soportado demasiada tempestad gritan por una pausa, y la tenuidad de la celda es idéntica a la de mi interior.
El silencio es sonoro y solamente es interrumpido cuando otro compañero vocifera algo, perturbando la laxidad de la madrugada.
En una de las paredes veo dibujados miles y miles de palitos blancos, hecho con alguna piedra o agotada tiza, representando cada uno un día de parálisis liberal.
Siempre me pareció mas que acertada aquella imagen, por mas que este trillada en películas o cuentos.
Ese palito ínfimo, anoréxico, solitario y cansino representa un día con una perfección que asusta a las horas.
La libertad me soltó la mano hace demasiado, y ya no recuerdo tenerla ni en las neurona, ya no tiene sabor ni olor, es tan solo un nombre, un concepto.
La memoria no tiene huellas y mi identidad tampoco.
Siento que estoy aquí echado mirando mi aire pasar como en una película muda, vieja, develada.
No distingo colores, todo me sabe a nada y hasta el verbo se ha agotado de la imprudencia que despilfarra el lugar.
Me siento azul y me veo gris, opaco y perlado; mi cuerpo ya es una pieza mas de la cárcel, no desentona ni brilla, permanece exactamente donde lo colocaron, aquel día que mi carne perdió su religión.
Soy una estatua que adorna con sus poses, respiración y espacio.
El tiempo no pasa, se divierte estancándose en una pausa que asesina mis agujas, sulfatando el reloj y las venas.
Ya no reconozco la esperanza y la vida parece algo perdido, escurridiza, oculta y conceptual.
La mente se suma al castigo y mi ser lo padece, profanando mis vacíos sueños y helando mi transparente sangre.
Aquí estaré hasta que mis días se aburran y el centro decida apagarse acabando con tanta carencia, silencio y gris.
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