10 de agosto de 2010

niñez inquebrantable

Aparece en escena como si se tratase de alguno de sus programas o películas favoritos, cantando en lenguas ocultas, regalando una sonrisa y abriendo sus brazos como si quisiera donarte un abrazo.
Su inocencia absoluta se nota en cada gesto, parte y faceta, abriendo al publico una pureza en esencia que tardara años en mancharse.
Se sienta, hasta la comida es una excusa para jugar, disfrutando lo cotidiano y casual, emana sabiduría a aquellos con mas conciencia.
Se cae, se levanta y sigue, nada lo detiene ni perturba, y alegra hasta el rincón mas oscuro con tanta risa.
Rápido, miralo, analiza como se mueve y charla con la perra, que la mira con una inteligencia cósmica a medida que sigue contándole los secretos.
Su sinceridad abruma, no tiene tiempo para engañar o persuadir, no puede.
Me ve sentado y se acerca, con ese divertido paso tambaleante, iluminando hasta sus ojos y me abraza con un sentido que difícilmente otra persona me brinde.
Dale, sostenelo, a pesar de la confianza que aparenta es frágil, sin que se lo pidas te da la mano para dar un paseo en el que vera cosas que ojos adultos no pueden enfocar y adornar.
Finalmente termina su día, cansado como si hubiese caminado mil kilómetros, hecho un bollito en su cama, repleto de osos, dibujos y juguetes, brindándonos una lección sobre la esencia de la vida, el color de la misma.

No hay comentarios: