22 de diciembre de 2009

soberbia sensacion

Cansado camino por la grisácea avenida, mirando a mí alrededor con cierta arrogancia, brindando miradas superiores, pero a pesar de la postura, el interior esta contradecido, al extrañar pero avanzar.
Los pasos se dan casi con tono musical, puedo sentir los acordes de la distancia.
Siempre jugamos a cambiar, pero ninguno de los dos penso jamas que llegaría a tal punto.
A medida que la acarreada mente recoge recuerdos aparece bruma en el espacio, acortando mi vista.
Se genera un espiral mental, un vacío infinito en el cual ella se sitúa, me acompaña, me toca.
La extraño, la deseo, la echo.
Anhelo su calor, su eufórica demostración que brindaba una efímera sensación de compañía, llenándome.
Incrementa mi pulso, se nubla mi frialdad, y sujeto su recuerdo.
Caigo en la realidad, y siento la necesidad de abrazarla.
Reanudo los pasos, mientras que mi campera recibe los dulces golpes del viento con estilo, no se inmuta.
Las casas, personas, autos, arboles, pasan ante mi en blanco y negro, mi tiempo carece de color.
Mis manos se protegen en los escondidos bolsillos del blazer verde, adoptando una pose aun mas soberbia.
Nunca la entendí y jamás me entendió, nuestra relación se basaba en la incoherencia de lo erróneo, lo animal de nuestro ser, lo básico, lo impulsivo que habitaba (¿habita?) nuestro ser.
Se confunden mis recuerdos, lo real de lo imaginario, la verdad es tan relativa.
Cada vez hay menos luz en mi camino, el blanco sol se va apagando oscureciendo el ambiente.
Camino con ese aire de grandeza que me caracteriza, y golpea mi nuca fríamente el final, ese espontaneo adiós que liquidó el amor, agotando mi paciencia.
Freno secamente al ver una silueta que me es conocida, paseando despreocupada a lo lejos, sin saber cuanto necesito su regreso.
Corro y observo lentamente como su figura se agranda, dejando de ser un cuerpo lejano, convirtiéndose en una persona a mi lado.
Le sostengo la mano y se da vuelta, sorprendida tal vez por la firmeza con que sujete esa extremidad que tantas veces acaricie inconcientemente.
Su mirada se pierde en la mía, y siento como una luz nos ilumina, nos irradia, nuestro amor crece, comienza, vuelve.
Sin embargo nuestras manos se sueltan, y ella sigue su camino, para yo volver al mío, recordando la promesa que nos hicimos aquella tarde, cuando nos cansamos de jugar, y finalmente entendimos, que quizás no es amor, simplemente, es pasión.

conversión

Cansado de mi faceta, decido virar.
Me relajo a medida que mi cuerpo se posa para dar comienzo a la eufórica transformación, ese inevitable y deseado cambio que rotará mi ser, brotando mi esencia y tocándola, sosteniéndola y girándola, dando a lugar el comienzo.
La luna me brinda la solitaria luminosidad en el ambiente, alumbra únicamente mi cuerpo que, tímido, empieza a generar ese verbo que tanto pavor le da a todos los hombres: mutar.
Mi lengua se ríe y mi nariz estalla, pero mi mente, calma y blanca, se divierte al sentir la variación de mi yo.
Siento el aire golpear en mi rostro, los jardines oscuros y encarnados me aprisionan liberándome de todo lo ajeno y protegen mi materia.
Mi pecho tiembla a medida que una radiante luz emerge del centro, mi centro que palpita una notoria abertura despilfarrada en tonalidades blanquecinas.
Levitando se escurre mi alma, dañada por la vida de mi cuerpo pero orgullosa, todavía, y se posa divinamente a un costado, observando los cambios, la transición.
Mis ojos la siguen a medida que sus iris se aclaran, logrando un radiante gris opaco.
Mi cabello se alisa y se alarga, cargado de osadía se apoya en mis hombros que lo reciben como suaves cobijas.
Mi corazón parece ser el único que no disfruta la sensible conversión, y late apesadumbrado, con pulso enjuiciado, discerniendo en mi necesidad carnal, la ineludible reforma que emigra repleto de veleidad sobre mi antiguo ser.
Mi cuerpo se agranda, mi confianza crece a medida que la transformación es absoluta, cargando de arrogancia mis venas, excitando mi mente llenándola de satisfacción y grandeza.
Mi psique, curiosa se adentra por el agujero en mi pecho, y estreno el cuerpo con la sensación más exótica, al ingresar mi espíritu en él y posarse en su medio.
Mi metamorfosis es completa, la luna, callada pero observadora, me ilumina con su matiz más puro, haciéndome sentir, por primera vez, uno.

15 de diciembre de 2009

búsqueda

La eterna espera caducó, el vencimiento fue absoluto.
Los días pasan sin ser sentidos y mi ser se encuentra apagado a medida que la nada recubre el tiempo, agujas que retroceden, o se estancan, inmóviles, se paran.
La torcida mente recuerda la dulce sensación de tenerlo todo, pero a pesar que se genero comodidad en el pasado, finalmente puedo cargar mi futuro, de una absoluta e inminente paz.

7 de octubre de 2009

transformación marítima

Repleto de dudas el hombre se acerco a la orilla, al borde que separaba las azuladas aguas de la efímera arena, lo sólido de lo líquido.
Dando una última visión hacia su mundo se despidió mentalmente de todo mientras avanzaba con paso confuso, adentrándose en las aguas que lo recibían con una templada humedad, dulce sensación.
Caminaba despreocupado mientras el océano lo cubría.
Su visión era levemente borrosa, pero aun así, la luz iluminaba su camino y veía todo su alrededor, sintiendo una inmensa curiosidad y satisfacción a medida que aparecían en escena bizarros peces, con hermosos colores que generaban una loca vista.
De repente el hombre se dio cuenta que su visibilidad mejoraba, se aclaraba y notó así que ya no necesitaba parpadear.
Los matices parecían de película, turquesas, celestes y azules impregnaban el ambiente produciendo un sublime espacio.
A medida que seguía caminando por la blanca arena del suelo, un grupo de hipocampos lo rodearon, llenando al hombre de burbujas y dándole pequeños toques en su pecho, nariz y cuello, el hombre se asustaba pero las criaturas no lo herían, solo lo rozaban.
Cuando sus ojos no veían nada mas que burbujas los hipocampos se marcharon, todos juntos, hacia la profundidad del océano, dejando al hombre perplejo.
Intrigado, notó que ya no necesitaba respirar, pues ahora en su cuello había pequeñas aperturas de la cual entraban y salían trozos de oxigeno. Los pasos se sucedían por sí solos mientras la mente del hombre se cargaba de todo lo sucedido en los últimos minutos.
El sol iba cayendo, se notaba por la prominente tenuidad que llenaba al mar.
El agua hacía que las ropas le pesasen, dándole una poca movilidad allí abajo, donde los problemas ya no lo tocaban pues las aguas ahora lo protegían.
Se paró sobre sí mismo y comenzó a retirarlas, una por una, dejando que el océano se las llevase a alguno de sus innumerables escondites.
Cuando terminaba de desvestirse se generó un fuerte resplandor y observó una sirena que se encontraba a su lado. El hombre, avergonzado se tapó con las manos instintivamente su masculinidad, ruborizando su sumergida cara, dándole a la bella sirena una nerviosa mirada.
Ésta lo miró detenidamente, era realmente imponente. De su cintura salía una cola o aleta, verde esmeralda, llena de escamas brillosas que la cubrían. Más arriba era humana, de piel radiante. Su cara brindaba una inmaculada belleza y sus dorados cabellos le cubrían su pecho, irradiaba pureza.
Se miraron por un instante y la oceánida se aproximó, el corazón de él se aceleraba.
Despacio, ella colocó su mano sobre el pecho del hombre y éste sintió como su cuerpo se transformaba.
Luz salía de él, un poderoso esplendor lo cubría mientras sentía que giraba sobre si mismo, y flotaba despreocupado.
La luz se apagó y el hombre se observó. Su piel ahora era diferente, de un matiz azulado grisáceo y suave al tacto. Sus dedos ahora poseían entre sí una especie de unión semi-transparente, característica marítima.
Los ojos de él y los de la sirena se volvieron a encontrar, pero ahora los de él devolvían gratitud, alegría y principio.
Ella se marchó, nadando dulcemente hacia algún lugar, dejándolo a él absorto de lo sucedido, pero feliz.
Miró hacia atrás y vio, a lo lejos, el camino que sus huellas habían dejado sobre la arena, recordando su antigua vida.
Sonrió y volvió a enfocar su mirada para adelante, y avanzó, ya no caminando sino nadando, emanando una insuperable felicidad, digna de una nueva vida que recién comenzaba.

3 de septiembre de 2009

adicto al té

Los anfitriones estrenaban la imponente casa (envidia de todas sus amistades) organizando un encuentro. Era una reunion pequeña en un cuarto angosto, el más cercano al jardin, azulada y chiquita la habitacion contaba con una sola mesa de roble y sillas, donde estaba apoyada la tetera de porcelana, se bebía té a la noche. A lo lejos, en los jardines un pájaro tironeaba el pelo a las juguetonas niñas y hundía el peleador pico en las tazas hasta vaciarlas, parecía adicto.
Los adultos observaban pero permanecían en el festejo, envueltos en sus charlas y te´s.
Ellos no se ocupaban de él y poco a poco, loas niñas desaparecían, el pájaro se las llevaba a la oscuridad del bosque.
Los adultos cantaban y reían, desconocían el estado de las pequeñas que seguían desapareciendo, partiendo volando por los aires sujetadas por el perverso pájaro.
Entonces cobró más ánimo y repleto de júbilo y satisfacción, voló majestuosamente hasta el ventana del cuarto del festejo y se apoyó en la ventana, abriendo sus monumentales alas, reclamando atención.
Los adultos lo miraron, intrigados.
De una de las garras del pájaro colgaba una taza, que dejó apoyada en el marco a medida que se alejaba como un planeador con una sonrisa en la cara.
El dueño de casa, recién ahí se percató del silencio del jardín, las niñas ya no estaban.
Se acercó a la ventana y sostuvo la taza que rápidamente soltó a medida que salía corriendo hacia los jardines-
En el fondo de la taza descansaba un ojo, celeste grisáceo, de su hija mas pequeña.

exceso de "p"

Pablo se preparaba el primer día de la primavera para plantar pinos en el peligroso parque pasando el puente púrpura.
Pepe, su primo, paseaba por el parque pensando en los pajaros que planeaban por las palmeras mientras pablo patinaba hacia el parque.
Una piedrita le provoco la pérdida de una pieza del patín perdiendo el pleno paso, la postura de pablo parecía penosa, podria haber perdido la pierna.
Pepe, en otra aprte del parque, percibió el percance de Pablo, partiendo entre las penumbras para pedir un paramédico.
El peligro del parque era poderoso.
La perspicacia del paisaje parecía pelear.

3 de agosto de 2009

reconfortante sol

La blanca luminosidad que el temprano día irradiaba aclaraba el cuarto, descubriendo todo lo oculto que este escondía.
La hora de partir había llegado pues el día se aclaraba al pasar los minutos.
Desperezándonos salimos por la amarronada puerta que al ser abierta nos abofeteó las adormecidas caras con un golpe frío, una ventisca matutina, clásica invernal.
Los pasos eran duros e inércicos, ninguno miraba el camino, la vista estaba focalizada el uno con el otro.
Era temprano, el sol todavía no aparecía y las grisáceas nubes del comienzo diurno todavía no se marchaban, haciendo que las ganas de una confortable cama fueran inmensas, una manta, un poco de calor.
Deje de sentir la nariz al entrar en la segunda cuadra, mis dedos, congelados hacía rato, se movían por dentro de los bolsillos de la azulada campera como para no perder el poder de movilidad.
La bufanda parecía estar hecha de papel pues mi cuello estaba rígido como una tabla y ninguno de los sweaters, remeras ni campera parecían poder calentar mi pecho, que recibía los golpazos del viento y del invierno como si estuviera descubierto.
Pero nada importaba, porque ella caminaba a mi lado.
Su belleza irradiaba la calle, hacia que el frío se sintiera menos, me llenaba.
Un gorrito negro protegía su cabeza del invierno, dejando caer sus mechones rubios por debajo de este, mostrando la luz que su pelo tenía.
Su cara, adormecida pero perfecta, me devolvía la mirada de vez en cuando acelerando mi corazón cuando los ojos se encontraban ,a medida que los pasos se sucedían y nos acercábamos al lugar.
Comenzamos a recorrer un puente, tan gris como la mañana. A sus costados agua, tan calma que parecía una verde pileta, el frío la castigaba.
Mi mirada la seguía, ella, con su gracia natural caminaba despreocupada, sin saber que me alegraba la vida.
De repente, un rayo corto el tenue cielo, abriéndose entre las nubes, un potente sol amarillento. Ella giro su cara hacia mi, regalándome una sonrisa, desde el fondo, el sol irradiaba su contorno..
..te queda bien el sol..

30 de mayo de 2009

aprisionado

El cuarto era pequeño, oscuro y pesado.
El hombre, apesumbrado y misterioso, se encontraba sentado en unos de los diminutos rincones de la negra habitación.
De repente la puerta se abre y entra un hombre corpulento, vestido de blanco, con aire medicinal.
El individuo del rincón intenta incorporarse pero las prisioneras ataduras que sujetaban sus manos se lo impedían.
Sus raquíticas piernas flaqueaban a medida que despotricaba y maldecía, apoyándose en las acolchonadas paredes, impulsándose débilmente hacia arriba.
Finalmente logra pararse, y tambaleante enfrenta al hombre de inmaculada ropa, que suelta un poderoso puño y lo tumba, dejándolo una vez mas, en el suelo.
Lo sostiene y de su bolsillo saca una ínfima aguja que ingresa en el marcado brazo generando sensaciones relajantes a medida que el transparente liquido se vacía en sus venas.
Ahí, tirado en el suelo, el hombre se convierte a un estado laxo, olvidando la sangre que sale de su golpeada nariz, mirando, las confortables paredes que lo aprisionan..

bizarra vision

Despreocupado, en mi banco descansaba, observando mi alrededor con empañados ojos que dificultaban la visión global.
De repente, un hombre entra en escena, de aspecto bizarro, lo que atrajo mi calma atención.
Alto, gran espalda, piernas raquíticas.
Su andar era especial, casi arrastrándose se movía por el lugar.
Su mirada estaba desenfocada, perdida. Tenia expresión de dolor, soledad, angustia.
Yo lo vi desde mi cómodo asiento, girando mis ojos al ritmo de sus movimientos.
La ropa que portaba el misterioso individuo tenia aspecto sucia, añeja, descuidada, las polillas se habían llevado parte de ella, probablemente portándolos en sus amarronadas alas.
Caminaba sin rumbo aparente, hasta que, tan rápido como entro en mi visión, salió de ella, se fue, caminando a otro lado, mirando la nada, llenando de incertidumbre a todo aquel que lo viese.

semana provincial

Inexplicables sensaciones dejaron este viaje.
Despues de un recorrido cargado de acordes y vistas al paisaje, conozco y piso el suelo provincial.
Mucho verde, demasiado.
Las nubes cargan al cielo con un palido tono grisaceo que le dan un tono melancolico a la ciudad. Paseos, recorridos, fotos, visiones, olores y demas sensaciones llenaron mis dias en los que deje de ser porteño y me converti, un poquito, en provinciano.
Ademas de estas sensaciones y muchas mas, el recuerdo que impregna mi mente es la despedida. Los saludos, abrazos y besos, las palabras, las lagrimas, los alientos, las retenciones.
Duele dejar todo atras, el verde, el cariño, la nada que caracteriza a la provincia.
La vuelte tiene, inevitablemente, sabor amargo.

6 de abril de 2009

balsa

Empiezo a sensibilizar mis sentidos a medida que me voy despertando de la eternidad.
Aclaro mi vision para situarme rapidamente en el lugar que no recuerdo estar.
Me incorporo y noto el movimiento de mi cuerpo, calmo y casi musical, tambaleante y con sensacion humeda..
Miro a mi alrededor y veo agua.
Agua adelante, a mis costados y detras, no logro entender exactamente como llegue al rio pero lo que es claro es que no fue por mi propia voluntad.
Me encuentro sobre una especie de balsa, simulada y hecha velozmente, con tablones de añeja madera que hace tiempo perdio su tono amarronado y desprende ahora matices verdosos, repletos de musgo..
Levanto mi apesumbrada cabeza y observo mis manos y pies, privados de su libertad con prisioneras ataduras de claras sogas que debido a su justeza hacen imposible cualquier movimiento.
Y a pesar de la incertidumbre que me despierta la situacion, bizarramente permanezco calmo, casi.. atontado.. despreocupado..comodo
Los minutos pasan y mi cuerpo va perdiendo esa relajacion que previamente habitaba..
Mis vision es mas nitida, mis movimientos, bruscos y encarcelados debido a las sogas ahora son notorios, aunque inutiles.
La impaciencia y adrenalina se hacen presentes a medida que observo al final del rio una cascada..
La corriente dirige la balsa que se siente tan inestable como mi mente.
Rapidamente me pregunto quien me puso en este lugar..
Reviso amistades, familiares, novias, enemigos, peleas, odios, cortes, moretones, amenazas..
Incorporo nuevamente mi cabeza y veo el fin de la masa de agua acercarse..la balsa lo siente..
Mis muñecas se raspan al frotarse esperanzadamente de un escape de las sogas..
Y justo cuando toda voluntad parecia perdida lo logro
Mis manos se liberan y me siento, rapidamente en el transporte que se va desarmando a medida que la corriente se enoja.
Desato mis pies y me paro, manteniendo divinamente el equilibrio en los tablones que se van separando..
Observo la abrupta caida de agua a metros de distancia, la cascada me alcanza, la madera se pone insegura.
Salto.
El agua me envuelve y abraza, me quiere.
Tomo aire y empiezo a nadar, en contra de la poderosa corriente que hace que mis movimientos parezcan minusculos y me va cansando, me agota.
Sin embargo lucho contra ella..golpe a golpe, pulseada a pulseada, gano una brazada y pierdo un metro, movimiento a movimiento la lucha se intensifica..
Poco a poco voy obteniendo terreno, me adelanto, sigo, gano..
Finalmente alcanzo una orilla, me sostengo y salgo del agua, la dejo..
Me paro y observo los restos de la balsa saltar hacia el vacio en la inmensa cascada que silencia el sonido de la ruptura de las tablas..
Me tiro con la vista hacia el cielo y respiro, me relajo..
Aunque..
Irrumpe de vuelta la incertidumbre y la duda en mi ser, haciendome una pregunta que me asusta mas aun que la situacion de la cual acabo de escapar..
Quien fue?

1 de febrero de 2009

adios

Camino por el lugar recorriendo todas sus partes recordando todos los momentos vividos en cada uno de ellos, saboreando el pasado, sintiendo lo antiguo.
Fue una tardía decisión la que me lleva a esta instancia, hastío de actitudes y desgaste de relaciones son algunas de las razones por las cuales abandono esta casa, esta vida.
Hubo una época en la que todo fue perfecto, un relativo equilibrio entre lo bueno y lo malo que hacia sentir que la felicidad finalmente tocaba mi puerta para quedarse, pero no duro.
La vida no es fácil, digan lo que digan.
Te cansa, te envuelve, te rechaza, te lastima pero ocasionalmente te regala un trago dulce que te da la cálida sensación de que todo se va a solucionar
Pero no es así.
Sigo caminando por la casa, observo el sillón donde tantas charlas se llevaron a cabo, la mesa donde tantas comidas se hicieron, el baño, la cocina, la entrada..
Cada rincón es una anécdota o varias, me es difícil irme teniendo tantos recuerdos gratos..
Agarro una jarra azul y lleno el alargado vaso con su liquido cristalino y bebo un largo trago, refrescándome momentaneamente.
Estas paredes vivieron a través de mi todas mis etapas, mis experiencias, mis estados.
Muerte, vida, odio, amistad, pelea, reconciliación, secretos, amor.
Ha observado y precensiado lo mejor y lo peor, lo neutral y lo excesivo, marcándose por mis acciones.
Ojala la gente fuese como mi casa.
No me abandona cuando necesito un lugar, me acompaña en los momentos de soledad, no divulga las acciones que ameritan un secreto, tiene siempre su puerta abierta, me brinda los espacios que necesito, no me sofoca, no me lastima, no se lleva trozos de mi ser..
Mi cuerpo esta cansado, golpeado por los años y las ingratas situaciones que le han hecho vivir, dolores físicos y sentimentales lo han llevado a este estado inércico del cual no logra salir.
Y aunque el siempre me advirtió que la completa involucración traería dolor, mi despreocupada mente no lo escucho y se adentro en mundos paralelos, generando inevitablemente, heridas.
Mis pasos se acortan a medida que me dirijo a la puerta de mi cuarto, amarronada e imponente, me recibe y se abre cuando yo me detengo delante de ella.
Un blanco resplandor emerge de la ventana y mi vista se modifica, abrazando esta luz, visualizando el resto.
Giro los ojos recorriendo todo el cuarto, sonriendo por algunos momentos y humedeciendo mi vista en otros.. este lugar guarda mis mas íntimos secretos y confesiones, momentos y acciones, es el corazón de mi pasado.
Me siento en la cama y mentalmente reviso los dolores que me han hecho llegar a esta instancia, los cuento, los revivo, los peso.
Gente que no esta mas, gente que lastima, gente que usa, gente que abusa, gente ingrata.
Cansado de tanto mal me levanto y destapo el balde que impregna el cuarto de olor a gasolinería.
Rocío todas las paredes con el liquido y siento como el final se acerca, se aproxima.
Me sitúo en la puerta y le doy una ultima mirada a esta vida, un ultimo respiro.
Mi cara se mojo a medida que mis ojos liberan tensiones, y abrazo el final.
Enciendo el fósforo y lo tiro.
Me aparto y salgo por la entrada.
Ahora comprendo mi decisión, la acato.
Finaliza para mi el altar de mi pasado, de la gente que lastimo, que hirió, que mato poco a poco mi ser, pues solo quemando el corazón de mis recuerdos, puedo comenzar mi nuevo presente.