30 de diciembre de 2008

despertar

Me despierto lentamente de un eterno sueño que parecía no tener fin. Miro a mi alrededor con ojos empañados tratando de situarme en la profunda y agobiante oscuridad.
Me quedo unos momentos analizando con un aire deprimido la situación, mientras llego a la conclusión del despertar.
El denso aire llena la habitación que irradia sueño y me invita suavemente a seguir en ella.
Con un tono resignado me siento en la interminable cama y doy un largo bostezo lleno de nada que empaña el aire.
Me preparo y suspiro un largo respiro repleto de indiferencia. Arreglo la mochila pausadamente, poniendo uno a uno los libros que usaría mas tarde.
Después de un olvidadizo viaje llego al sitio, imponente y cultural, que me recibe con puertas abiertas.
Sopla un leve viento que invita a bailar a las hojas junto a el, y miro, detenidamente las ventanas, las paredes, las puertas; con un paso vacilante, avanzo y entro en mi día...

22 de diciembre de 2008

insanía

Pendulando en el borde del abismo se encontraba el hombre cuya pena teñía de gris la atmósfera de su turbio alrededor donde los sonidos se callaban y las cosas parecían detenerse.
Caminaba, dejando caer inércicas lagrimas que humedecían su cara a medida que daba los titubeantes pasos en el precipicio mental.
La cordura y el orgullo se extendían como haciendo equilibrio a la gravedad que parecía querer empujarlo hacia el vacío que se encontraba a su costado.
El hombre giraba al llegar al fin del angosto camino y volvía sobre sus pisadas, equilibrándose entre el precipicio y la acera.
Caminaba y caminaba, tambaleándose en el rasposo borde que lo invitaba a patinarse y dejarse caer en el vértigo.
El hombre sollozaba mientras su mente luchaba.
De repente le venían visiones, un cuarto, oscuro con paredes alfombradas y una pequeña ventana de la cual provenía la única luz que había en la habitación. No podía mover sus manos pues estaban atadas con prisioneros nudos y la desesperación inundaba el lugar. Cerraba y abría los ojos y se veía se vuelta en el gris camino con la eterna caída a su costado.
Las lagrimas lo llenaban y le hombre comenzaba a caminar nuevamente. La pelea la estaba ganando la insania.
Nuevamente una reacción del hombre y volvía a situarse en aquel pequeño cuarto de paredes confortables y gritaba. Sus gritos eran respondidos por un inmenso guardia que lo silenciaba con palabras poco gratas y el hombre se desesperaba, soñaba?
Sentía un mareo y volvía al camino.
Su mente se enmarañaba y peleaba entre si misma, lagrimas y sonrisas, tristeza y alegria, vida y muerte, quien ganaría?
Sin pensarlo demasiado se acerca al borde y comienza a tambalearse.
Mira para abajo y ve el colosal paisaje, los arboles, los caminos, el campo, las estancias, el lago, los pájaros, la vida.
La mente se tensa cuando siente la sensación de deseo del hombre, y justo cuando siente que el final se acerca el hombre da un largo respiro y sonríe.
La mente se relaja y siente la victoria.
Y el hombre, burlando su cordura, salta.

21 de diciembre de 2008

quebradura familiar

Cuando pienso en el pasado, en mi niñez vienen a mi cargada mente miles de recuerdos, algunos importantes, algunos normales, pero todos en su conjunto forman y formarán mi pasado.
Hubo risas, aventuras y juegos, caricaturas y salidas, inocencia y hazañas.. pero al otro lado de los recuerdos optimistas se encuentran aquellos que lastimaron, y el que más me.. marcó, se podría decir, ocurrió hace mas o menos 5 años…
5 años ya.. quien diría que pasó tanto tiempo?
Las cosas en casa venían medio mal entre mis padres, pero ese último tiempo la atmósfera era insostenible.
Las peleas caracterizaron el aire de mi casa por semanas… meses.
Sería agotador relatar las peleas y los gritos, dado que son incontables y la verdad, no tengo ganas de recordar. , pero ese último día si lo recuerdo, como si hubiera pasado ayer.
Eran vacaciones de verano, corría ya el mes de enero y el calor agobiaba el dia.
Mi hermana y yo nos levantamos tarde como siempre ocurre en los veranos, y las caras de mis padres mostraban una depresión que no era usual.
Nos sentamos en la mesa y el silencio daba miedo.
Nosotros lo sabíamos, lo suponíamos pero no queríamos que lo afirmaran.
Nos invitaron a sentarnos, y con tono resignado nos dijeron que papa se iba de casa por un tiempo, nos callamos un rato tratando de entender lo que se venía, el ingrato fin.
Mamá, con ojos llorosos trataba de sonreir aunque solo lograba una mueca que no era convincente, y nosotros notábamos el dolor.
Papá, con una leve sonrisa, esperaba una respuesta, que no llegaba..
Nos abrazó y con tono paternal nos dijo: "todo va a estar bien".
Mamá seguía sollozando en su silla, encogiendo los hombros tratando de escapar a la situación.
El día pasó lenta y duramente.
Llegó la noche, y papa armó los sus apesumbrados bolsos que contenian 19 años de su vida.
El apagado timbre sonó y apareció en escena Dani, lejana tía que ocasionalmente aparecía con nuevas historias, nuevos cuentos.
Nos abrazó mientras papá llevaba sus cosas al living y miraba su alrededor con la blanca mirada llena de nada, como siempre, sin demostrar demasiado.
Dani se fue a la cocina con mamá mientras papá, parado en la puerta de la cocina, nos miraba.
Lucila, mi hermana, con la mirada destrozada, rompió el puro silencio con un fuerte abrazo y un sentido: papá te quiero.
Se fue al baño rápido, las lágrimas se escondían.
Me quedé solo con el mientras me miraba, sonriente pero triste.
Me acercó y y puse sus inércicos brazos alrededor de mi pequeño cuerpo.. tal vez el abrazo más sentido que me ha dado en mis recuerdos.
Me dijo que me quería, que todo iba a permanecer igual, y repentinamente una pequeña lagrima corrió por su cara.
Dani salió de la cocina, y papá nos dijo que nos fuésemos con ella, era claro que no quería que lo viésemos partir..
Abrazos y palabras terminaron la noche y nos fuimos con Dani, que con sus leyendas e historias trató de despejarnos durante la noche.
Cuando recuerdo aquel día de enero, surge la duda, el enigma mental sobre que fue lo que más me impacto…
La ida de papa, o el, por primera vez, verlo llorar.

vacío

Una tímida lagrima abre camino mientras cae por mi cara, llenando de una triste humedad el camino que recorre.
Abro los ojos, empañados, y miro la nada tratando de ver las cosas de manera más clara, mas blanca.
Los segundos son siglos y el tiempo parece detenerse a medida que las profundas lagrimas me inundan de melancolía, que lamentablemente, me sobra.
Un profundo sollozo sale, rompiendo el inmaculado silencio que la habitación tiene.
Cierro los ojos tratando de pensar en un lugar donde este bien, un lugar donde haya voces, un lugar donde haya vida.
El tiempo es eterno y las respuestas no aparecen, pero no me desespero, estoy acostumbrado a la carencia de felicidad.
Las risas no aparecen hace tiempo y no dan signos de reaparecer, aunque desearía que así fuera.
Las lagrimas caen y el cuarto parece mas chico, más oscuro, más denso.
El aire esta cargado de soledad, como siempre lo estuvo.
No puedo eludir la tristeza, que me persigue y siempre me atrapa, no puedo ganar, no puedo escapar.
Trato de recordar mejores momentos, peor nunca los hubo, mi vida es una gran nada, un hueco que espera ser llenado.
Estoy vacío, estoy llorando.
Un escalofrío recorre fríamente mi cuerpo mientras agarro la navaja con pulso titubeante mientras me decido.
Rápida y concisamente la navaja acaricia mis muñecas, que despiden la poca vida que alguna vez tuve.
La navaja se escurre por mis manos y cae rompiendo una vez mas, el completo silencio.
El tiempo no pasa mientras me voy, el fin se hace desear, pero se acerca.
Una ultima lagrima se escurre por mi ya fría cara, dando final al eterno sufrimiento, al eterno silencio, a la eterna nada.

5 de diciembre de 2008

camino sin retorno

Los pasos se dan por si solos mientras avanzo en el camino, medio ancho, medio angosto, que me depara un lugar que no logro descifrar si es soñado o si es real.
Volteo rápidamente y observo una figura que en mis recuerdos es borrosa, al igual que casi todo mi alrededor, excepto el camino.
A los costados veo el pasto verde, las tímidas flores, la densa tierra.
Todo es borroso pero sigo, preocupándome por el camino.
Con la persona a mi lado converso, de temas indescifrables hoy en día, tal vez la charla no era relevante, tal vez la charla era pobre.
Camino por inercia sin dirigir los pasos que siguen por el interminable camino.
Lo estoy soñando o es real?
Al lado pasa gente que vuelve del final del camino, gente despreocupada, metida en sus charlas, sus pensamientos, sus vidas.
La charla con la persona a mi lado sigue mientras el camino se aclara, pero mi alrededor se nubla.
Pasan niños andando en bicicletas y patines, que con sus gritos y sus sonoras risas impregnan el ambiente de alegría, de vida.
Finalmente llego al final del camino.
Mis ojos recorren nítidamente los alrededores del circulo mientras avanzo una vez mas, con esta persona a mi lado.
Hay gente, apoyada en las temblantes barandas de madera, que con su color desteñido y su aspecto añejo dan a conocer la vejez del lugar, el descuido del mismo.
El lugar es circular, el piso es de ese cemento repleto de pequeñas piedrecitas que hacen ruido cuando las pisas, algunos yuyos se asoman desde las aberturas del suelo, el lugar es viejo.
La vista da al río, que se encuentra bastante pacifico y adormecido.
Avanzo y volteo.
Las imágenes son borrosas y el ambiente tiene sabor a fin, la persona a mi lado se transforma en una mancha negra que me mira fijamente.
Sin embargo no vuelvo, y no despierto, o al menos no recuerdo haberlo hecho.
El camino no tiene retorno, o al menos yo, no lo supe recorrer.

2 de diciembre de 2008

luminocidad de la partida

Mis ojos se abren a medida que percibo algo en el cuarto, algo ajeno, algo raro.
Me situo en la eterna negrura mientras los pequeños sonidos cambian de posicion a lo largo del cuarto.
Estoy repleto de incertidumbre ante este bizarro ruido, cargado de temor, rebalsando lo desconocido.
No salgo de la cama, pensando de una manera poco adulta que el acolchado me cubrira de lo que se acerca, de lo que rodea.
A medida que los segundos pasan el cuarto se aclara, mis ojos se acostumbran a su tenue matiz y con mucho esfuerzo logro apenas visualizar el placard, la silla..
Los sonidos siguen y mi ansiedad se acrecienta, siento mi pulso, la adrenalina..
Los sonidos se aproximan, los siento, los escucho.
Cierro los ojos y los entierro dentro de las mantas, respirando velozmente, sintiendo cada gota que cae friamente por mi cara,
Los abro y espio vagamente por una rendija entre la vuelta de sabanas y la veo.
Una luz, un resplandor.
La luz se acerca, irradiando su inmaculada blancura, su gentil silueta
La luz se acerca y afino mi perpleja mirada enfocando para descifrar.. que o quien..
desempaño la mirada y te veo, regalandome una sonrisa, aclarando mi espacio, alegrando el cuarto.
En esto te has convertido.
Una silueta, una luz que aclara mis dias.

1 de diciembre de 2008

oscuridad de la partida

Las luces del cuarto se apagan, hasta el más ínfimo rayo de luz pierde su blancura a medida que me doy cuenta de la ida, de la pérdida.
Las sensaciones me encierran y el cuarto se hace denso, pesado.
Las lágrimas recorren verticalmente mi pálida cara ajena a tal tristeza, a tal dolor, a tal silencio.
Miles de cosas pasan por mi mente mientras la luz del cuarto se escapa, recuerdos, sensaciones, cosas del pasado que jamas volverán a producirse y me doy cuenta así, de que la luz será tenue para siempre.
Ya no logro ver los destellos que antes veia, no veo la vida que llenaba el lugar.
Los momentos pasan y siento que es todo un sueño, un mal sueño que pasara, pero el deseado despertar no llega y las luces se apagan mas y mas, situandome en medio de penumbras.
Mi mirada se pierde entre la sofocante negrura del lugar, mirando la nada, pensando en todo.
Me siento vacío, me siento frio, sintiendo el no sentir, el no percibir.
El cuarto se achica y el resplandor de tu cuerpo ya ni se percibe.
Mi mente se apaga y caigo en la realidad, la nueva realidad, la eterna oscuridad.