Una tímida lagrima abre camino mientras cae por mi cara, llenando de una triste humedad el camino que recorre.
Abro los ojos, empañados, y miro la nada tratando de ver las cosas de manera más clara, mas blanca.
Los segundos son siglos y el tiempo parece detenerse a medida que las profundas lagrimas me inundan de melancolía, que lamentablemente, me sobra.
Un profundo sollozo sale, rompiendo el inmaculado silencio que la habitación tiene.
Cierro los ojos tratando de pensar en un lugar donde este bien, un lugar donde haya voces, un lugar donde haya vida.
El tiempo es eterno y las respuestas no aparecen, pero no me desespero, estoy acostumbrado a la carencia de felicidad.
Las risas no aparecen hace tiempo y no dan signos de reaparecer, aunque desearía que así fuera.
Las lagrimas caen y el cuarto parece mas chico, más oscuro, más denso.
El aire esta cargado de soledad, como siempre lo estuvo.
No puedo eludir la tristeza, que me persigue y siempre me atrapa, no puedo ganar, no puedo escapar.
Trato de recordar mejores momentos, peor nunca los hubo, mi vida es una gran nada, un hueco que espera ser llenado.
Estoy vacío, estoy llorando.
Un escalofrío recorre fríamente mi cuerpo mientras agarro la navaja con pulso titubeante mientras me decido.
Rápida y concisamente la navaja acaricia mis muñecas, que despiden la poca vida que alguna vez tuve.
La navaja se escurre por mis manos y cae rompiendo una vez mas, el completo silencio.
El tiempo no pasa mientras me voy, el fin se hace desear, pero se acerca.
Una ultima lagrima se escurre por mi ya fría cara, dando final al eterno sufrimiento, al eterno silencio, a la eterna nada.
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